miércoles, 29 de abril de 2009

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

La gran guerra estalló en 1939 fue iniciado en Europa, llegó a convertirse en una “guerra total”, porque directamente incluyó a países de otros continentes e influyó indirectamente en los aspectos políticos, sociales y económicos en el mundo. La Segunda Guerra Mundial lite un conflicto de escala mucho más grande y de mayor duración en Comparación a la I Guerra Mundial, propagándose a territorios más extensos y llegó a ser más cruel e implacable. En su origen, aparte de la rivalidad internacional inherente a todo conflicto de esta naturaleza, intervinieron otros factores relacionados con los eventos ocurridos en el mundo durante los veinte años del periodo de entreguerras.
CAUSAS GENERALES.

1. Hitler y el deseo de revancha.
Ya sabemos que el Tratado de Versalles por el que se ponía fin a la I Guerra Mundial fue una humillación para Alemania, más que un tratado fue una imposición. Alemania perdía parte de sus territorios (Alsacia, Lorena...). Se prohibió que se rearmara el ejército alemán y que tuviera unidades militares en las proximidades del Rin (Renania). Por si fuera poco, Alemania tenía que hacer frente a una desorbitada indemnización de guerra que pagaría, sobre todo, a Francia, país que no dudó en ocupar la zona del Ruhr en 1923 para cobrarse la deuda, al no poder pagar el gobierno alemán ese año.
El odio hacia los franceses y el orgullo nacional herido por Versalles van a ser aprovechados por Hitler para ascender al poder, su doctrina es la venganza. Con la reducción del paro de 6 millones a sólo 400.000 se va a ganar la simpatía y el apoyo de su pueblo y Hitler, tras la eliminación violenta de todo tipo de oposición, va a poner en práctica una política agresiva que le va a llevar, no sólo a rechazar las cláusulas de
Versalles, sino a conquistar un buen número de territorios en Europa central.

2. La ideología expansionista de Hitler: la teoría del espacio vital.
Ya veíamos anteriormente los puntos básicos de la ideología de Hitler, recordemos en concreto los que hacen referencia a su expansionismo. El pensamiento de Hitler es ultra nacionalista, para él la nación alemana está llamada a grandes designios. El territorio de Alemania es insuficiente para mantener a una población en continuo crecimiento, es la teoría del espacio vital (lebensraum), y basándose en ella reclamará el expansionismo territorial y la incorporación a Alemania de todos los territorios de lengua alemana, y aquellos en los que los alemanes sean demográficamente mayoría: Austria, los Sudetes en Checoslovaquia... pero no se quedará sólo en eso y aspirará a controlar todo el continente. Recordemos que las ideas expansionistas son también propias de Mussolini (invasión de Etiopía en 1936, Albania...) y de Japón que lo practica desde antes.

3. Las democracias occidentales y el apaciguamiento.
Frente al resurgimiento del militarismo y el triunfo de las ideas de Hitler en Alemania, las potencias que firmaron el tratado de Versalles sólo muestran preocupación. Frente a las democracias han ascendido en Europa dos tipos de regímenes totalitarios: el comunismo en Rusia y el fascismo y nazismo en Italia y Alemania, las democracias empiezan a ser minoría. En Gran Bretaña y Francia la juventud era pacifista, no quería que se repitiera una nueva tragedia y estaban dispuestos a ceder ante
Hitler fiándose de su palabra: cada vez que incorporaba un territorio se mostraba satisfecho y decía que ese era el último; Gran Bretaña y Francia creían que se había evitado la guerra. En el interior de estas democracias también surgen partidos de corte fascista (en Bélgica, Francia y Gran Bretaña), y, aunque siempre fueron minoritarios, sí fueron muy activos. Estados Unidos en tiempos de Roosevelt vivía en un espléndido aislamiento, desentendido totalmente de lo que pasaba en Europa.

4. Las rivalidades ideológicas.
Las democracias estaban en minoría. Recordemos que además de los regímenes de Hitler y Mussolini, las dictaduras de corte más o menos fascista se van a extender por toda la Europa oriental y del sur; y casi todos esos regímenes muestran un odio atroz hacia la democracia lo que no fomenta precisamente el diálogo. Pero las fobias del nazismo y el fascismo se dirigían también contra el comunismo contra el que sentían todavía más aversión. Francia y Gran bretaña tal vez creían que los dos movimientos totalitarios se destruirían entre ellos y por eso se mostraron confiadas.
Como conclusión diremos que la guerra era inevitable, y que todos los países se preparaban para ella desde finales de la década de los treinta, con excepción de
Alemania que lo hizo con anterioridad. El rearme de los países supuso una salida a la crisis del 29 con la reactivación de la industria militar, de esta forma Hitler acabó con el paro. Lo único que no se sabía era la fecha, y las democracias occidentales esperaban retrasarla para prepararse mejor o con el convencimiento de que se podría evitar.

Consecuencias de la Segunda Guerra: Para el conjunto del conflicto de 1939-1945, tanto en Europa como en Asia, las cifras de pérdidas humanas son impresionante, las mayores que una guerra haya producido en toda la historia. En total se calculan 55 millones, 25 millones de cuales era militares y el resto civiles, sin contar 5 millones de judíos asesinado en el Holocausto ocasionado por los Nazis. Pero esto es sólo una estimación aproximada, las destrucciones de registros civiles por bombardeos aéreos, la confusión provocada por los traslados de población –que imposibilita distinguir entre fallecido y desaparecidos- y la pérdida de parte de la documentación han impedido un mayor acercamiento a la cifra real de los muertos.

Alemania
8.000.000


Checoslovaquia
6.700


China
2.000.000


EE.UU.
405.399


Francia
600.000


Inglaterra
300.000


Japón
2.000.000


Polonia
6.000.000


URSS
22.000.000


Yugoslavia
1.500.000

A pesar de su falta de precisión, estas cifras aproximadas proporcionan una idea de la sangría demográfica que significó la Segunda Guerra Mundial, con un descenso poblacional casi cuatro veces mayor que el ocasionado por la de 1914-1918. Esta diferencia se explica por la considerable extensión del teatro de operaciones bélicas y por la implicación directa de toda la población en la guerra como efecto de los bombardeos aéreos. Todo ello agravado porque algunos países (Japón y la URSS principalmente) no respetaban la Convención de Ginebra de 1864 sobre prisioneros de guerra, y por las políticas racistas de exterminio sistemático llevadas a cabo por el Tercer Reich.
A estas cifras se deben añadir 35 millones de heridos y 3 millones de desaparecidos, así como las víctimas de la sub. Alimentación que sufrían de enfermedades como la tuberculosis y el raquitismo. Además, esa hecatombe demográfica tendría consecuencias a largo plazo; en las pirámides de edades correspondientes países como la Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia y Alemania, se puede observar un desequilibrio en los indicadores de edad y sexo, que representa un notable descenso de la población activa que afectó de manera inmediata la reconstrucción de esos países y años después impactaría sobre el comportamiento del índice de natalidad.
Al final de la guerra se planteaba en Europa el problema de las personas desplazadas a causa de las vicisitudes de la guerra. En tanto que millones de hombres y mujeres vagaban de un punto a otro del Continente, ex prisioneros de los campos de concentración nazis que trataban de volver a sus respectivos países, ex colaboracionistas que esperaban escapar a las represalias y los castigos y, sobre todo, millones de personas que abandonaban los territorios anexionados por los vencedores. Unos 10 millones de alemanes sin recursos expulsados de Polonia, de Checoslovaquia o de Hungría, fueron transportados a una Alemania que había perdido 25% de su territorio, mientras que cerca de dos millones de checos y eslovacos ocupaban los territorios abandonados por los alemanes. En Austria apenas si fueron dejados en sus hogares los descendientes de colonos alemanes.
En la región del Báltico, la suerte más cruel la sufrieron los letones, estonios y lituanos, quienes, deportados a campos de trabajo alemanes durante la guerra, al terminar ésta fueron llevados a Rusia al tiempo que su territorio era ocupado por colonos rusos. Siglos de lentos procesos demográficos fueron barridos en pocos meses; el mapa desplazamiento de etnográfico de Europa central y oriental fijado desde la Edad Media fue radicalmente remodelado.
Pérdidas materiales y financieras: El panorama de las destrucciones materiales era también desolador; numerosas viviendas y otras construcciones fueron destruidas. Las comunicaciones (puertos, ferrocarriles, puentes y viaductos) y las grandes ciudades sufrieron los daños mayores. Alemania perdió 20% de sus viviendas y Gran Bretaña 9%, a causa de los bombardeos que afectaron también numerosas fábricas. En Francia, Italia y Alemania, aparte de ciertos sectores como el de la siderurgia, las instalaciones industriales habían sufrido menores daños; en las naciones de tradición industrial lo que impediría la recuperación sería la falta de materias primas y recursos financieros.
Pero fue en la Europa oriental donde las destrucciones alcanzaron mayor magnitud: en la Unión Soviética 17.000 ciudades y 70.000 pueblos fueron arrasados y, en conjunto, este país perdió más de 20% de su potencial industrial e incalculables daños en la agricultura y la ganadería. Polonia quedó arruinada, casi no quedaba edificio en pie, había perdido más de un tercio de su capacidad de producción y se encontraba al borde de la hambruna. En Yugoslavia, pueblos y campos quedaron destruidos y el país había perdido aproximadamente 38% de su capacidad productiva.
En el aspecto financiero, los gastos de guerra y las muy pesadas exacciones monetarias impuestas por los alemanes en los países ocupados, particularmente en Francia, agravaron el déficit presupuestario y desencadenaron la inflación. Además, al finalizar la guerra apareció una gran masa de billetes atesorados durante el conflicto, cuya puesta en circulación constituyó otro factor inflacionario. Todo esto hacía inevitables las devaluaciones de las monedas, sobre todo en los países menos desarrollados como Hungría y Grecia.
Algunas consecuencias favorables. Sin embargo, la guerra tuvo en algunos países, junto a efectos catastróficos, otras consecuencias de carácter favorable. La Unión Soviética es el mejor ejemplo; aunque sufrió pérdidas humanas y materiales en mayor medida que los demás países europeos, al final pudo ampliar notablemente su territorio. Además, ante la invasión alemana, el traslado de las fábricas soviéticas de la zona europea a las regiones situadas al este de los montes Urales, sentó la primera piedra del desarrollo industrial del Asia soviética. Asimismo, la ocupación militar y el traslado de fábricas de Alemania y de otros países después de 1945, significaron para la URSS una oportunidad única para establecer un control político y eco­nómico sobre Europa oriental y sur oriental, mismo que constituyó la base de su política hegemónica frente a Occidente. Otros países que salieron fortalecidos económicamente de la guerra fueron Estados Unidos y los que pudieron man­tener su neutralidad, como Suecia, Suiza y los países de la Cornrnonwealth.
Efectos psicológicos y morales: Aparte de las destrucciones materiales y los desplazamientos de población, la guerra trajo consigo la ruina psicológica y moral, ocasionada por varios motivos: la utilización sistemática de la tortura por la Gestapo, la dominación de dictaduras militares y policíacas, la acentuación de los antagonismos de clases, la lucha enconada entre colaboracionistas y miembros de la resistencia. Otro elemento negativo en este sentido fue la creación de hábitos de violencia y pillaje que trastornaron incluso el orden interno en países que antes se habían destacado por el respeto a las leyes y a los derechos individuales.
Pero el extremo de la ruina moral y psicológica estaba en los campos de exterminio nazis, descubiertos tras la derrota alemana y la liberación de las naciones ocupadas. Se trataba de campos de concentración donde se llevaban a cabo los increíbles programas de exterminio del régimen nazi, “fábricas de la muerte” en las que se intentó la “solución final del problema judío” y se eliminaba también a los opositores políticos del nazismo, al tiempo que se ensayaban experimentos de esterilización y de eliminación de personas con defectos físicos o retraso mental, con miras a alcanzar la "pureza étnica” preconizada por las filosofías racistas alemanas.
Aparte de la terrible huella dejada en los supervivientes de los campos de concentración, el conocimiento de aquellas atrocidades provocó un verdadero trauma moral en la conciencia humana ante el hecho inexplicable e injustificable de que una barbarie tal se hubiera podido desarrollar en el mundo civilizado del siglo XX. Pero la humanidad todavía había de presenciar azorada otra barbarie más cuando, en el mes de agosto siguiente, las bombas atómicas estadounidenses convirtieron en un verdadero infierno las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, provocando en ambas la muerte instantánea de cerca de 120 000 personas civiles y dejando una espantosa secuela de radiación nuclear que continuaría cobrando víctimas mortales por muchos años más.

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